Participación del Lic. Israfil A. Filós Real
Sesión Solemne
Consejo Ciudadano para Prevenir y Eliminar la Discriminación
Auditorio “Mónica Pretellini”
Comisión de Derechos Humanos del Estado de México
23 de febrero de 2012
M. en D. Marco Antonio Morales Gómez
Presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México
Lic. Rosa María Molina de Pardiñas
Secretaria General de la CODHEM y
Secretaria Técnica del Consejo Ciudadano para Prevenir y
Eliminar la Discriminación.
CC. Consejeras y Consejeros
Señoras y Señores:
A pesar de que el tema de la discriminación tiene añeja presencia en nuestro país y de que desde el Bando promulgado por Miguel Hidalgo y Costilla, los Elementos Constitucionales de Ignacio López Rayón, y los Sentimientos de la Nación de José María Morelos y Pavón buscaron incorporar a los derechos humanos en el derecho positivo (según nos ilustró el Lic. Miguel Ángel Cruz Muciño en su participación en el Foro sobre la Reforma Constitucional en Derechos Humanos), no es sino hasta el año 2000 cuando se logra inscribir en el texto constitucional el principio de no discriminación.
En el Estado de México es apenas en el año 2006, cuando el Gobernador Enrique Peña Nieto retoma nuestras demandas y propone una Ley para Prevenir, Combatir y Eliminar Actos de Discriminación en el Estado de México, la cual es aprobada por unanimidad y da origen a este Consejo Ciudadano para Prevenir y Eliminar la Discriminación, dependiente de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México.
(Nos tardamos un poquito en inscribir en la agenda pública aquello que tiene que ver con la dignidad de las personas, casi 200 años).
Los ordenamientos jurídicos han ido avanzando: la última reforma publicada en el Diario Oficial de la Federación el 10 de junio de 2011, incorpora principios que fortalecen a la cultura de respeto a la igualdad y la dignidad humana.
Pero el tema no sólo es cuestión de leyes, es de conciencia. Los costos sociales de la discriminación son evidentes: se viola la ley, se causan daños psíquicos interminables, se le niega el acceso a las personas y los grupos discriminados al ejercicio pleno de sus capacidades, se genera confrontación, se fragmenta el tejido social y se degrada la noción misma de la democracia.
La falta de compromiso ético y político con la diversidad social y con el efectivo respeto a los derechos humanos, proviene en la mayoría de los casos de la ignorancia, el prejuicio o el miedo a reconocerse en los seres perseguidos. A los mecanismos discriminatorios más extendidos, los agrava el temor reverencial al poder de los grupos conservadores y su influencia en las cúpulas empresariales y políticas. En cuanto a la opinión pública, estos grupos conservadores ya no disponen de la predominación anterior, aunque la que conservan siga siendo significativa. Sin duda, en el Estado de México y en el resto del país la ideología moralista y sus afanes represivos han dejado de contar con la aprobación general. Y esto incluso en sus plazas fuertes en el Bajío.
Todas y todos somos dignos de respeto y consideración.
Desgraciadamente, en la realidad existen muchos hombres y mujeres que por motivos de edad, raza, sexo, discapacidad, condición social o económica, condiciones de salud, lengua, religión, ideología, orientación sexual, apariencia física o por cualquier otro motivo son discriminados en los ámbitos familiar, escolar, laboral y social; produciendo agresiones físicas, verbales, psicológicas, tortura e incluso la muerte, pero quizás, para la dignidad de todas y de todos, lo peor es la humillación, la degradación, el desprecio crea amargura en el corazón, aún cuando sabemos que las ofensas terminan por descalificar a quien las profiere, nunca a quien las recibe. “La víctima, por definición, es inocente” decía con razón el maestro Monsiváis.
Pero ¿Cómo construir una sociedad en donde sea un compromiso hacer el bien? Para que en donde haya desesperación, haya esperanza, el lugar del amor, la casa de la gente, pacífica y libre de odio.
Es necesario que exista un estado con vocación democrática, pero no sólo a éste corresponde prevenir y combatir la discriminación, se requiere de la participación ciudadana, para la formación de una conciencia social, de valoración al ser humano.
Reconocemos en cada Consejero y Consejera, el conocimiento, la conciencia y el compromiso que tienen con la igualdad y la no discriminación; les pido, con toda humildad, para que con la generosidad que siempre me han dispensado, me orienten para que este Consejo no sea una instancia burocrática más en el catálogo de las buenas intenciones, para que nuestra actuación genere en las y los mexiquenses, confianza y credibilidad, que sientan la seguridad de nuestra atención y la eficacia de nuestras acciones; con su ayuda daremos visibilidad y reconocimiento a éste cuerpo colegiado.
Como lo expresé en el plan de trabajo presentado: buscaremos y estamos obligados al diálogo con todos los actores sociales para concretar acciones, políticas públicas, plataformas y proyectos estatales, a fin de alcanzar la igualdad de oportunidades y el reconocimiento de derechos específicos.
Convoco a la sociedad mexiquense a que seamos compañeros de lucha, a que nos convirtamos en constructores de conciencia. La tarea es ardua, nos falta mucho por hacer, pero los avances obtenidos a la fecha han sido tan reales y son tan posibles que por sí mismos, nos impulsan a seguir adelante. Trabajemos sin descanso por la libertad, la igualdad y la democracia.
Gracias.
